lunes, 29 de enero de 2018

Vuelta a la calma

Lunes: Ya hace una semana que regresé. Todavía me despierto de madrugada. Todavía tengo sueño a las 6 de la tarde. Trato de ajustar el horario a base de siestas. Seguro que os doy mucha pena...

Me gusta haber descubierto lo silenciosa y ordenada que es mi ciudad. Hasta la Gran Via en hora punta me parece un oasis de calma. El sábado, paseando por el Raval, iba con una sonrisa idiota de oreja a oreja. Tanta tranquilidad alinea todos mis chakras...

Tengo una semana intensa para lo que vendría a ser mi vida occidental. Un rodaje, algunas mierdas burocráticas, muchas barcas y un fin de semana con mi churri en el Palo Alto Market. Si vais a venir a verme pasad de afeitaros. Allí se lleva la barba. Es el paraíso de Gimli.

Igual se me va un poco la pinza pero echaba de menos mi aventura diaria en la R4. El traqueteo del tren. El silencio de la gente. Para gustarme tanto el metal me encanta el silencio. Soy Géminis, recordáis?

Y algo que ya os he dicho varias veces pero que es importante recordar. Id con mucho cuidado con lo que deseáis...

Reflejos II

jueves, 25 de enero de 2018

Adaptarse o morir

Jueves: Adaptándome a mi realidad después de tres semanas en Namaste. Yendo a buscar el tren casi me atropella un imbécil en bicicleta, un gilipollas de esos que cree estar en el puto Tour de Francia. De repente me he sorprendido a mi mismo canalizando mi odio. Solo espero que se parta las piernas pronto y no pueda volver a subir a una bici en su puta vida. Namaste ha hecho de mi una persona mejor...

Una dulce sensación de cotidianidad me envuelve mientras escribo una de mis mierdas camino a la normalidad. Estoy un poco zombie. No he dormido bien. Me he pasado media noche buscando un lavabo donde mear en Londres. Mi subconsciente trata de decirme algo. Pero no estoy para acertijos...

2018 ha empezado intenso y trepidante. Tres semanas de adrenalina a niveles desconocidos por mi, esfuerzo, concentración. No lo intenté. Esta vez lo hice. Yoda está feliz. Ahora solo necesito ordenar mis ideas para escoger el camino adecuado. Un abanico de posibilidades ha aparecido en mi vida. Me gustan los abanicos...


Los mercenarios del romanticismo somos así. Piratas en busca del mejor de los tesoros. De momento, voy a disfrutar de lo vivido. Y del día de hoy. El futuro no existe. El presente es un regalo. Eso lo aprendí de un oso panda...

domingo, 21 de enero de 2018

Namaste: Coming home...

En media hora nos subimos a una lanzadera que nos llevará hasta la nave que atravesará el hiperespacio para volver a La Tierra.



Complicado hacer un resumen de tanta intensidad vital. Voy a intentarlo, pasando de los consejos de Yoda. Sin duda alguna, la mejor aventura que he vivido como mercenario en toda mi puta vida. Hicimos nuestro trabajo y lo hicimos bien. La Agente Especial H nos ha felicitado. Varias veces. Somos los putos amos de la galaxia...



Mis colegas S y M han sido unos grandísimos compañeros de aventura. Tres semanas juntos a todas horas, trabajando en la misión, bañándonos en la piscina, comiendo como cerdos, y hace cinco minutos seguíamos riendo. Con ellos me iría al Infierno. Y si hay que apagarlo, se apaga.

Ayer tuve otra sesión de masaje, esta vez buscada porque fue thailandés. Luego estuvimos una hora metidos en un coche en medio de un atasco monumental para compensar tanta felicidad. Otra hora dando vueltas rodeados de gente y vacas. Otra más de vuelta en coche. Planazo!



Hoy fue un día extraño. Un día libre. Un rato de jacuzzi, un poco de steam room y otras mierdas propias de gente con mucha pasta o piratas de los buenos. Nos han tratado bien. Nos han tratado de puta madre.

Namaste es un planeta distinto a todos en los que he estado. No puede ser descrito. Hay que vivirlo. O no. Me genera contradicciones personales, propias de un Géminis. No tengo ni idea de cuando volveré. Todo dependerá de si soy útil en futuras misiones. Después de tres semanas fuera de casa no es algo que ahora mismo me preocupe mucho. Nada, de hecho.



Ahora solo quiero saltar el hiperespacio pronto, dormir mucho durante el viaje y estar muchas horas en brazos de mi churri. Luego ya buscaré nuevas misiones, probablemente en mi planeta. De hecho tengo un par de pequeñas intervenciones pendientes y alguna negociación. La vida del mercenario no es fácil, pero este 2018 promete emociones fuertes.



Nos vemos pronto, losers...

jueves, 18 de enero de 2018

Namaste: Taxi driver

Cuando me dijeron que durante toda nuestra estancia en el planeta íbamos a tener un chófer privado pensé "pero qué mierda es esta"? Somos piratas o princesas Disney? Hasta que te subes a uno de sus vehículos de transporte...


Para empezar, los coches están mal construidos. Les ponen el volante a la derecha! Eso hace que solo subir se te desalineen un poco los chakras. Algunas veces, en lugar de sentarte de copiloto te encuentras sentado delante del volante, con el conductor mirándote con cara de "ya me ha tocado otro idiota"...

Eso es solo el principio. Porque cuando el vehículo se pone en marcha y sales de la zona de seguridad del hotel es cuando tu sistema nervioso implosiona...

No existen los carriles, y si hay alguno pintado debe estar en el bar, ahogando la pena de ser ignorado por todos. Podría decirse que hay un orden dentro de tanto caos. Pero me parece una solemne gilipollez...

Los semáforos son como luces de Navidad. Allí están cambiando de color. Cruzar cualquier calle como peatón es tan arriesgado como fumar en una piscina de gasolina. Los semáforos más deprimidos se juntan en el bar con los carriles ignorados y hablan del inexistente código de circulación. Beben mucho.



No hay pasos cebra. Imagino que se las comieron todas. En un espacio indeterminado y variable, llamado "me suda la polla todo", la gente cruza la calle. Como ya he dicho, cruzar por donde los semáforos solo es bonito por las luces...

Y lo que peor llevo es el irritante, insistente e inaguantable concierto de pitidos. Mis colegas, muy buena gente, lo justifican diciendo que se trata de una tradición. Que no lo hacen con maldad. Que el puto pitido significa "Eh, amable señor, puede usted moverse un poco?". Yo sigo pensando que sus pitidos significan "Quítate de enmedio, idiota"...



Dicho esto, a modo de soponífera introducción, entiendo perfectamente que tengamos chófer. Que se llame Pipín como el hobbit es una broma más del destino. Él es nuestro héroe. Nuestro Salvador. Aunque algunas veces vayamos por la Ronda Litoral de Namaste y el tipo cambie de dirección aprovechando un hueco entre el hormigón que separa las dos direcciones. Siempre le he dado gracias a Dios cuando hemos llegado con vida. Al Dios Elefante.



Ah. Cuatro días y vuelvo. Esto de ser mercenario cansa. No hagáis caso a lo del curso de Photoshop. Soy un graciosillo de mierda. Nos vemos pronto. Os echo de menos. A algunos...

viernes, 12 de enero de 2018

Namaste: Idiomas

Para comunicarme verbalmente en Namaste, utilizo el marciano, uno de los lenguajes más extendidos en la galaxia (no confundir con el murciano). Yo el marciano lo hablo regular, tirando a mal, aunque lo suficiente como para sobrevivir varios días en cualquier rincón del universo sin entrar jamás en el lavabo de chicas por equivocación.


Ayer quería ir un rato al jacuzzi para relajarme. Probablemente, al preguntar, no utilicé las palabras exactas, porque acabé en una sala de masaje. Algo decente, eh? No os hagáis películas. El caso es que apareció una habitante de Namaste con la altura y constitución de Frodo Bolsón. Me dio unas zapatillas blancas, un albornoz blanco y algo parecido a los calzoncillos de Superman. También blancos pero excesivamente livianos para lo que vendría a ser la moda vintage, más acorde con mi edad. Su sonrisa me decía claramente: Ponte esto, pringao...

Una vez disfrazado de maníaco sexual, me invito a subir a una camilla, también blanca. Puse mi cabeza en un agujero mirando el suelo y esperé. Fue entonces cuando empecé a sentir la misma presión en mi espalda que cuando te pasa un camión por encima. Varias veces. Aturdido le pregunté si era la misma persona que hacía un momento me había recepcionado. Por las risas supe que sí...



Después de hacer un nudo con mis piernas, milagrosamente sin romperlas, vi las estrellas cuando llegó a mis gemelos. Los gemelos son unos músculos que tenemos detrás de la tibia y el peroné. Enfermos...

Subió por mis muslos ya sin tanto dolor y se entretuvo en mis glúteos rozando la infidelidad. La suya, digo. Mis lumbares mejor de lo esperado. Pero los trapecios fueron el segundo gran drama. Los apretó de tal manera que probablemente matara a todos los trapecistas. Hija de puta...

Cara B, terminada. Media vuelta y ahora tocaba la Cara A. Mis gemelos sufrieron de nuevo. Estiró mis dedos como si quisiera asegurarse de que formaban parte de mi cuerpo. Le pregunté si trataba de matarme. Más risas. Probablemente sí.

La parte final del masaje fue la más placentera, por llamarlo de alguna manera. Fue raro cuando masajeó mi pecho a dos manos, haciendo que me sintiera sucio. Aunque molaba, claro. Fue agradable en los brazos, genial en la cara y culminó de forma espectacular en la cabeza...

Una vez terminada semejante tortura placentera, me dijo que la siguiera a una habitación, con el uniforme de psicópata del blanco. Malévich hubiera estado orgulloso. Me preguntó si 5 o 10 minutos. Como no la entendí mucho, le dije 5. Por si acaso. Acerté. Fueron los 300 segundos más largos de mi vida, metido en una especie de Londres de eucalipto, solo, licuándome a una velocidad vertiginosa. Apareció en el momento oportuno para salvarme. Me arrastró hasta una ducha donde, tras 20 minutos volví a ser persona. Bueno, volví a ser yo.



Y es por esta razón por la cual es muy importante hablar idiomas, niños...

martes, 9 de enero de 2018

Namaste: Sunday night fever

El domingo hicimos un gran trabajo. Cuando viajas a planetas alienígenas, y tienes medio siglo a tus espaldas, esos esfuerzos se pagan. El cuerpo está tratando de aclimatarse a todo y no está muy por la labor de oxigenar tu cerebro o eliminar tóxinas correctamente...



El caso es que me despierto de madrugada con escalofríos, temblando, totalmente destemplado. Una noticia de mierda para la misión que tengo encomendada. Pero soy un tipo con recursos, que en situaciones límite siempre piensa "joder, qué haría en este caso mi abuela?".

Me levanto, me voy hacia el armario y me visto con un par de camisetas. A ver, sin ánimo de excitar a nadie os contaré que duermo totalmente desnudo. Dejad de imaginároslo! Estáis enferm@s o qué? Yo sí. Estoy con este cuerpazo febril, dos camisetas puestas y un plan. Gracias yaya...

Me meto en la cama y me tapo con el edredón hasta las cejas. Un apunte. Aquí la temperatura media es de 25 grados. El objetivo de este aparente sinsentido: Sudar mucho. Sudar es bueno. De manera metafórica es mi especialidad. A mi me la suda todo...


No os voy a engañar. No ha sido la mejor noche de mi vida. He dormido a ratos y mal. Con mucho calor corporal pero del malo. Como pasa con el colesterol. Me he despertado totalmente empapado y solo espero que la estructura de la cama sea de acero inoxidable. Me he lanzado hacia la ducha. Diez minutos. Igual he jodido el ecosistema de este planeta. Pero ahora soy un hombre nuevo. Bueno, viejo pero límpio y sano...



La agente especial H me ha conseguido unas cápsulas de vitamina C. H es el nombre secreto de la agente. C el nombre secreto de la vitamina. Esta misión acabará por matarme, ya lo veréis...

sábado, 6 de enero de 2018

Namaste: Noche de Reyes

Me he despertado y no puedo dormir. Justo la noche de Reyes terráquea. Es increíble como funciona la mente. La mía, vaya. El niño que llevo dentro está nervioso. No sabe si le van a traer nada, porque no sabe si ha sido bueno. Al menos, si me dejan carbón, que no sea de azúcar, y podremos usarlo en alguna de las viejas naves de por aquí...


Aquí, en el planeta Namaste, siguen sucediendo cosas increíbles cada día. Ayer buscábamos tres cofres. Es lo que hacemos los piratas. No eran exactamente cofres del tesoro pero sí estaban llenos de cosas valiosas. Localizamos uno en la segunda planta de un edificio en construcción. Teníamos que moverlo y su traslado era un recorrido de algunos cientos de metros. Uno de mis colegas en esta aventura y yo lo movimos algunos metros. Pesaba mucho...

Pedimos ayuda al jefe de un grupo de mercenarios de la zona. Como no hablamos el mismo idioma, le hice mímica de la buena mientras le decía en voz alta, y vocalizando mucho, "transpalet". Varias veces. Así es como realmente se aprenden idiomas.

Finalmente pareció que nos habíamos entendido porque asintió con la cabeza y desapareció en busca de algo para mover el pesado cofre, unos 300 metros. Al cabo de cinco minutos apareció con "Trans" y "Palet", dos habitantes de Namaste con la estructura corporal de Woody Allen. Les ordenó algo que bien podría ser "coged eso y llevadlo donde os digan". Los dos tipos se miraron ante semejante misión imposible. Pero no tenían opción. Levantaron nuestro cofre como pudieron. Las réplicas musculares de Allen se tambaleaban mucho...

En Namaste, por alguna tradición ancestral que no acabo de comprender, no dejan que ayudes. Imagino que saben que los humanos somos idiotas. Pero tener dos cadáveres bajo nuestro cofre tampoco es de mucha utilidad. Así que mi colega pirata y yo nos pusimos también a ejercer de transpalet. Fue una bonita colaboración intergaláctica que probablemente no pase a la historia. Pero eso no le quita belleza metafórica.


Os cuento toda esta mierda porque no puedo dormir. Ya lo he dicho, no? Podría explicaros cosas más excitantes que me suceden pero total, mañana es día de Reyes y vais a estar muy ocupados. No importa. Yo también. Sed buen@s...

jueves, 4 de enero de 2018

Namaste: Slow life

Mi primer dia en el planeta Namaste y tengo ya anécdotas para escribir una trilogía. Así que voy a contar cuatro mierdas desordenadas, que es como está mi mente ahora mismo...

El momento relax, estirado en una hamaca, con la piscina a mis pies y halcones revoloteando sobre mi cabeza fue digno de un monarca absolutista.


La comida es excelente. Probablemente muera intoxicado porque no paro de probar sabores y texturas nuevas. O soy muy valiente o muy gilipollas. El tiempo lo dirá.


La ciudad en la que estoy de misión secreta, por eso no puedo dar nombres, tiene una niebla eterna, una especie de cóctel de contaminación y bruma que se parece mucho a estar viviendo cerca de la barbacoa más extraña del universo.


Y los contrastes. Decir que es como el día y la noche no es del todo cierto. Más bien es como vivir en el día más soleado de tu vida rodeado de la noche sin estrellas más triste de todos los tiempos.

Ya paro. Que me pongo poeta y al final me mereceré la ejecución que algunos ya estáis diseñando. Os diría que os echo mucho de menos pero sería una falsedad que no merecéis. Namaste...

miércoles, 3 de enero de 2018

Namaste: Holy shit...

Ayer estuvimos una hora esperando en el puto transbordador espacial porque un hacker había pirateado el sistema informático de vuelo. Una hora. Una jodida hora. Ni siquiera pude enfadarme porque igual hasta somos colegas...

Una vez despegamos, el azafato de vuelo, un tipo bellísimo por cierto, me ofreció una cosa que parecía comestible porque iba acompañada de café. Bueno, algo negro, caliente y mojado. Contado así suena sexy pero era el peor café de la puta galaxia. La "pasta" sabía a ambientador de taxi. Llevaba pasas. Creo que han tratado de envenenarme...

El salto al hiperespacio ha sido más corto de lo imaginado. Estuve viendo películas antiguas. El Quinto Elemento y Piratas del Caribe. Lo que se me hizo eterno es el rato que estuvo la nave yendo por la pista hasta destino, una vez habíamos aterrizado. Llegué a pensar que el imbécil del piloto se había equivocado de ciudad. Muy cansino todo cuando llevas 16 horas despierto.

De postre hice una cola magnífica. Rodeado de seres de varios planetas. Muy exótico. Estuve una eternidad en el departamento de inmigración, también conocido como "Bienvenido a Namaste, alienígena", donde me han sacado fotos, interrogado y tomado las huellas dactilares sin que haya cometido ningún delito. Todavía...


Eso sí. Cuando estás en misión secreta oficial, duermes en los mejores lugares. Te necesitan al 100 por 100. La habitación donde estoy alojado es más grande que toda mi casa. Creo que voy a ducharme...


martes, 2 de enero de 2018

Namaste: A quién madruga...

Y una polla. Aquí estoy. Sin café. Sin desayunar. Rodeado de gente pero más solo que mi referente vital, Han. Colas, colas y más colas. Y con sueño. Mucho sueño... 

Esperando que el transbordador espacial me lleve a Frankfurt, desde donde saltaré al hiperespacio por segunda vez en mi vida. Destino: el planeta Namaste. 

Un planeta de contrastes, me han contado. Vamos, que me lo voy a pasar de puta madre porque soy de contrastar mucho mis fotos. Puta bida, tete. 

Allí debo encontrarme con dos mercenarios con los que compartiré misión secreta. Dos tipos a los que conozco desde hace años. Piratas de los buenos. Como es una misión muy secreta no puedo contaros una mierda. Lo siento. 

Bueno. Tal vez cuelgue alguna foto en mi Instagram. Es una putada ser un pirata egocéntrico. Dejo demasiadas pistas. Pero, sin riesgo no hay diversión, verdad?. Y eso que lo sufro de una manera que jamás llegaréis a comprender. Y tanto sufrimiento hace envejecer mi cutis.
  
Sonrío al tipo que me pide la documentación. Hay un problema con mi apellido. Afortunadamente tengo dos. Hace una llamada al supervisor. Después de unos segundos de tensa espera, me da mi billete. Una jodida aeronave me espera...