domingo, 25 de noviembre de 2018

La Chef

Ayer quería cenar SOLO ensalada. Era un fuerte propósito. Así que me pedí una. Un gran principio, eh?

Mi colega H se pidió una sopa y de acompañamiento le trajeron pan de ajo. Me lo regaló. Cuando no eres un vampiro, no puedes rechazar eso. Es imposible. "Pa dentro"...

Yo iba a mi rollo. Lechuguita, pan de ajo. Tomatito, pan de ajo. Algo verde desconocido, pan de ajo. Hasta que llegó la madre de todas las hamburguesas a la mesa. Petición de mi otro colega, el señor M.

Aunque intenté hacer un muro con botellas, vasos, velas y todo lo que encontré a mi alrededor, seguía viendo al objeto del deseo. M se percató, me corto un cuarto de aquél tesoro culinario y me lo regaló...

Y yo, pobre pecador, me abracé a ese cuarto de hamburguesa como si no hubiera un mañana. Y claro. "Pa dentro"...

Cuando ya íbamos a pedir la cuenta, H me preguntó si no quería helado. Le dije que la estética hipopótamo la llevo mal, por un tema de hongos. Me dijo, textualmente, "me decepcionas", con una sonrisa provocadora en sus labios. Fui a por helado. Ella quería uno de chocolate...

Por cosas raras del universo, probablemente relacionadas con mi magnetismo personal, cuando me acerqué al paraíso de los helados vino la Chef. Sí. La Chef. Preguntó de forma cordial cual era mi interés por los helados. Le dije que los amaba.

Me preguntó si podía prepararme un postre especial con helados. Flipé. Estoy en un hotel de lujo. No sabía que podían tomarse tantas molestias por un pobre terrestre...

El postre que me trajo fue muy chulo, muy dulce y muy helado. Lo compartí con H porque es mi jefa y me cuida mucho. No nos lo cobraron. Bonito, no? Uys, perdonad, llaman a la puerta de mi habitación. Debe ser el desayuno...


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