lunes, 6 de enero de 2020

Parásito de Reyes

Parásito: Dicho de un organismo animal o vegetal, que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo... Al menos de momento.

6 de enero de 2020 (fecha local). Los Reyes no nos han traído nada. Probablemente hemos sido más malos que republicanos. Malos en el sentido más convencional de la palabra. Aunque los conceptos de bondad y maldad están idealizados de una forma bastante estúpida por la sociedad occidental. Porque se necesitan hombres malos para acabar con los hombres malos. La frase no es nuestra. La hemos robado de una serie de televisión...

Hoy vienen a comer a casa nuestra hermana y sus hijas. Nuestras dos sobrinas, de 6 y 10 años. No es nada habitual que vengan seres humanos a nuestro agujero. Menos si son de la familia. Así que llevamos -desde hace un par de días- dándole un aspecto menos tenebroso a nuestro entorno vital. Hemos colgado tantas luces navideñas que algunos aviones han confundido nuestra hermosa terraza con la terminal 2 del aeropuerto del Prat. Incluso hemos preparado un gigantesco pesebre de Star Wars, que igual nos funciona con los niños que con algún ocasional -y milagroso- ligue "freak". 

Pero al final, siempre nos pilla el toro. Así que hemos tenido que madrugar para terminar de deshuesar un trozo de carne que aún nos quedaba en la nevera. La prohibida. Si mi madre nos viera deshuesar, con tanta maestría y elegancia, lloraría de la emoción. Bueno, ahora mismo lloraría y gritaría un poco, justo antes de desmayarse. Cosas de ser autónomos...

Cogemos las bolsas de basura con los restos de carne y huesos. No queremos tenerlos en casa para cuando vengan los pocos seres queridos que nos rodean. Y las niñas son muy curiosas. Como los gatos. Por esos no tenemos gatos. Y tampoco tenemos explicación para todo. Así que las metemos en el maletero del coche y durante una hora las vamos depositando en contenedores de 3 municipios distintos. Porque si fueran tres municipios iguales, sería el mismo puto municipio. Y perdería eficacia todo el plan...

Hemos pedido comida preparada a la gente del local de la calle Padilla. Son simpáticos, italianos y cocinan de puta madre. La tenemos guardada en el otro frigorífico, el "friendly", al que tiene acceso el pequeño porcentaje de humanos que vienen a nuestro humilde hogar. Pedimos comida para 4, con dos menús infantiles. Les rogamos encarecidamente que parezca que lo hayamos cocinado nosotros. Con amor. Se ríen mucho. Hijos de puta...

La comida familiar funciona satisfactoriamente. Nuestra hermana nos pregunta mil cosas y nosotros le respondemos siempre que seguimos dándole vueltas a nuestra próxima novela. Que no queremos encasillarnos en el género erótico, a pesar del impresionante éxito de la primera. Sonreímos fuerte. El erotismo funciona como criptonita cuando hay niños. Ganamos tiempo y silencios. Y cambiamos de tema.

Nuestra hermana nos cuenta -aliviada- que desde hace algunos días ya no la ha vuelto a acosar aquél tipo, el que podía haber sido nuestro cuñado si la suerte no hubiera estado de nuestro lado. Probablemente el tipo lo haya conseguido, pero en un universo paralelo en el que todavía no nos hemos cruzado. En este universo, ahora mismo, es más fácil reconstruir a Pepa Pig utilizando un paquete de bacón del Mercadona. No os vamos a mentir. Nunca nos gustó. 

Las niñas parecen felices con la comida y con sus regalos. Les compramos lo que nos chivaron. A última hora. Gracias a nuestra hermana. No tiene ningún mérito. No vamos a ganar la medalla al mejor tío de la galaxia. Pero eso no las hace menos felices. Y al final, lo único que nos importa, ahora mismo, es la felicidad de los nuestros. Por encima de todo lo demás...



sábado, 4 de enero de 2020

Parásito 1973

Parásito: Dicho de un organismo animal o vegetal, que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo... Al menos de momento.

4 de enero de 1973 (fecha local). Los principios nunca son sencillos. Estamos teniendo un proceso de adaptación complicado, donde conceptos como muerte e infinito nos causan incertidumbre y miedo a ambos. No gestionamos bien la pérdida de seres queridos y nos aterroriza la hipotética -futura pero segura e irrefutable- muerte de nuestra madre.

Las visiones del Apocalipsis se repiten asiduamente, la mayoría de las veces en sueños o en estados febriles, propios de la edad. Somos un niño flacucho y enfermizo. Sentimos angustia y terror con las visitas del practicante, con sus terribles agujas, que nos dejan paralizadas las piernas durante un buen rato. Incluso horas. Para nosotros es como un maldito quinto jinete...

No nos gusta la gente. Es una sensación desagradable que estamos desarrollando. Algunas personas las podemos tolerar. La familia. Nuestro hermano y hermana. Padre y madre. Tíos y tías. Algunos primos. Algunas primas. Nuestros abuelos y abuelas. Algún amiguito del colegio que nos invita a pasar la tarde a jugar en su casa. Y nos da de merendar. Poco más. Entre todos no llegan a 20 personas.

Siempre hay una primera vez. La nuestra ha sido en una piscina pública. Jamás entramos a bañarnos cuando está llena de niños. La idea de compartir espacio con tal cantidad de infraseres nos da arcadas. Nos quedamos en un rincón. Esperando. Con nuestro hermano. Con nuestra hermana. Esperando la hora de comer. Cuando se van, cuando desaparecen, nosotros disfrutamos del baño. 

Hoy, uno de los infraseres, la ha tomado con nosotros. Un niño de unos 7 años. Grande. Con la cabeza enorme. Un amante de los Tigretones. Y de los Bonys. Y de las lentejas con chorizo. No ha sido agradable. Sus gestos. Sus burlas. Burlarse de niños más pequeños y flacuchos que tú, es de ser un mierda. Nos ha empujado varias veces. Lo hemos estado odiando mucho toda la mañana. Pero no ha sido hasta que mi madre nos ha cogido de la manita para llevarnos al vestuario que no hemos tenido la oportunidad. Junto a la piscina de los adultos. Cuando nos hemos cruzado con Goliath. Altivo. Con su sonrisa cobarde. Hemos agachado la cabeza unos segundos antes de cruzarnos con él. Y cuando ha pasado por nuestro lado susurrándonos cualquier idiotez le hemos empujado a la piscina...

Ha habido gritos, sorpresa, tensión, más gritos y finalmente alguien ha sacado con vida al idiota ese. Ya no sonreía. Probablemente este acto nos va a generar algún que otro problema en casa. Pero la felicidad que inunda nuestro espíritu ahora mismo confirma que ha valido la pena. Y que no va a ser ni la primera ni la última vez que hagamos justicia...



miércoles, 1 de enero de 2020

Parásito

Parásito: Dicho de un organismo animal o vegetal, que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo... Al menos de momento. 

1 de enero de 2020 (fecha local). Ocho de la mañana. Empezamos el año con gripe. Dos tazones calientes de infusión de gengibre con cúrcuma y algo de menta ayudan a mejorar nuestro drama. La cabeza ya no está a punto de estallar. La nariz ha dejado de moquear. Tarde. Demasiado tarde. La almohada está chorreando. Ha sido una gran noche... 

Nos afeitamos, porque ese reflejo que nos regala el espejo es espeluznante. Afeitados solo somos feos. Una cuestión de gustos estéticos en la que ambos coincidimos. Tal vez llevamos demasiado tiempo juntos. Nos tomamos una ducha reconfortante y revitalizante. Otro tazón de gengibre, cúrcuma y menta. Y un Frenadol. Mierda de la buena. Ya no sé ni las veces que hemos ido al baño a mear. 

Nos sentamos delante del ordenador tratando de empezar otra novela. Sin éxito. No estamos nada inspirados. Estornudamos 120 veces. La nariz, inflamada y roja, vuelve a moquear. Somos un puto teleñeco. Ahora, además, nos duele la garganta. Uno de los propósitos del nuevo año será empezar a fumar. Parece que ya nada puede empeorar la situación. Pero nos entra un whatsapp. Trabajo...