No
voy a poner muchas fechas en este relato. Y si al final pongo alguna
tal vez sea incierta. Ni muchos nombres. Básicamente porque empiezo
a tener dificultad para hacerlo. Así que basaré este escrito más
en sensaciones. Las mías, por supuesto.
Empecé
a jugar en el Sanesbar siendo un adolescente. Me “ficharon” junto
con mi gran colega Jordi, que por aquel entonces era un portero
excepcional. Sanesbar era un equipo de fútbol sala que habían
creado mis dos primos, Xavi y Josep, junto con un grupo de colegas.
Jordi y yo éramos los más jóvenes. Recuerdo que nos trataban con
cariño, en el buen sentido de la palabra. Que nadie se haga
películas de cosas que pasan en duchas con hombres desnudos.
No
voy a engañar a nadie a estas alturas. Disfrutaba mucho más los
entrenamientos en el Ignasi Iglesias que los partidos. Los partidos,
normalmente, eran contra tipos más altos, más gordos, más fuertes
y más feos que yo. Salvo contadas excepciones, me sentía agarrotado
por el miedo. Eso me hacía poco productivo. Aún así me aguantaron
varios años. Siempre hubo buena gente en el Sanesbar.
Sin
forzar demasiado las neuronas me ha venido a la cabeza un gol. Un gol
que marqué yo, cuidado. A ver, algunas veces hasta marcaba goles. En
fútbol sala el campo es pequeño y nuestra pista, en la iglesia
situada en la calle Ramón Turró de Barcelona, era una auténtica
caja de cerillas. Al grano. El gol lo marqué en un campo, juraría
que por el barrio barcelonés de Sarriá. Digamos que aquella noche
fui poseído por Diego Armando Maradona y todo salió bien. Como en
las películas. Un recuerdo imborrable. ¡Hasta fui viñeta de la
revista! ¡Porque teníamos nuestra propia revista! Era como el Mundo
Deportivo o como el Marca pero los redactores no escribían
tonterías. Sin duda éramos un equipo de fútbol sala distinto. Ni
mejor, ni peor. Diferente.
Y
para acabar, las cenas. Las cenas de final de temporada. Donde
repasábamos con risas los momentos más divertidos y nos olvidábamos
de los “éxitos deportivos”. Recuerdo muchas carcajadas. Recuerdo
que aprendí a reírme de mi mismo. Me hice mayor con ellos. Como “De
niña a mujer” pero sin Julio Iglesias en la portería.
De todo esto hace ya aproximadamente 30 años. Seguimos viéndonos una vez al año. Jugamos un partido, contra nuestros hijos y hermanos pequeños, desafiando todas las leyes universales del sentido común. Y luego lo celebramos por todo lo alto. Y seguiremos haciéndolo durante mucho tiempo más. Porque hay algo que nos define: LA PASIÓN.
Rescatar moments de la memoria es com fer de salvavides d'un mateix. Visca el Sanesbar!!!
ResponderEliminarVisca! Gracias por la inspiración, Josep!
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