sábado, 21 de noviembre de 2015

Simiólogos de un desequilibrado: El cazón en adobo

El verano pasado me atreví a cruzar España en mi puto coche (ver entradas anteriores) para ir a pasar unos días a Cádiz. Lo hice acompañado de mi media naranja y los dos churumbeles que habitan en mi casa, sin pagar ni un céntimo de alquiler por ello. En Cádiz nos esperaba una gran amiga, que pasó a ser enorme al aguantarnos durante quince días, con sus correspondientes quince noches.

Cádiz tiene cosas hermosas. Cádiz tiene lugares maravillosos. Cádiz tiene gente estupenda. Pero a mi me enamoró el cazón en adobo.  Los tíos somos simples. Sexo y comida. El cazón en adobo es comida de la ostia. Que el pescado rebozado este no tenga espinas cuando es cocinado es una prueba inequívoca de la existencia de Dios. Odio el pescado con espinas de igual forma que odio la carne con huesos. Soy un jodido sibarita al que le encanta comer con las manos. Cuando voy a una boda y me veo rodeado por docenas de cubiertos no puedo reprimir el deseo de un divorcio inminente. Y dejo una reflexión en el aire… los japoneses cuando van a una boda ¿tienen cientos de palitos distintos para el sushi? La vida es siempre un dilema difícil de resolver, si es que los dilemas se resuelven.

Hoy he cenado cazón. La persona que se empeña en compartir mi vida desde hace diez años a pesar de ser como soy, me ha preparado una cena de ensueño. Ni siquiera el gol del Espanyol la ha estropeado. He cenado de puta madre. Y no he podido evitar venir hasta el teclado y narraros este pedacito de mi vida. Joder, que bueno estaba el puto cazón. Y ese saborcito avinagrado. Y esa carne que recuerda al rape si estás tomando un buen vino de aguja. Lo bueno del vino de aguja es que lo puedes tomar sin ser costurera. La vida tiene paradojas tan idiotas…

Pues eso. He cenado como catorce piezas de cazón rebozado, que evidentemente me han sabido a poco, y soy uno de los tipos más felices del planeta, sin contar a David Beckham, por supuesto, que a estas horas debe estar contento de la ostia. Parece mentira como las cosas pequeñas nos hacen tan felices. Aunque veinticuatro mil euros tampoco me irían nada mal. La cuesta de Enero es muy jodida cuando tienes familia numerosa. Y perro. Que ahora tengo perro. Pero eso merece una entrada a parte. Pero como la vida es bella si vives el momento (siempre que el momento que vivas no sea el de hace veinte años), aprovecharé este momento cazón para disfrutar de tanta belleza. Iba a colgaros la receta del cazón en adobo que nos pasó la madre de nuestra colega gaditana, pero me he dado cuenta que se me acaba el número máximo de líneas por entrada de diario que tengo asignadas. Así que con un poquito de suerte, otro día la paso al ordenador y la hago universal, para que todos los jodidos mortales de Mi Pasado podáis cenar como Dios manda, si tenéis la suerte de tener un cocinero o cocinera a mano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario