sábado, 24 de octubre de 2015

Simiólogos de un desequilibrado: El Coche

Tengo un coche de segunda mano. Un Renault 19, blanco, aunque como lo tengo siempre en la calle y lo lavo poco es difícil que los peatones puedan distinguir claramente su color. Yo prefiero comentar que mi coche es como los camaleones; se camufla dentro de la jungla urbana.

Lo compré hace poco más de seis años y he acabado de pagarlo hace dos meses. El coche en cuestión es contemporáneo del troncomóvil seis válvulas de los Picapiedra. Pero, qué cojones, me lleva a todas partes. O al menos me llevaba. Porque el otro día, entrando en Barcelona por la Gran Vía se paró como diciendo que hasta aquí hemos llegado. Activé las luces de intermitencia. Me puse el chaleco ese amarillo obligatorio y traté de colocar, con éxito, el triángulo para señalizar que de ahí no pensaba moverme salvo atropello mortal. Llamé a la grúa y me dijeron que como era festivo tardarían 45 minutos en sacarme de aquel infierno. Porque colapsar medio carril de entrada a Barcelona es como tener una pierna en el purgatorio y otra en la jodida caldera de Satanás.

Que la peña está loca no lo he descubierto yo, pero constatarlo debido a la experiencia personal te hace ser más consciente de donde cojones te hallas metido. Cuando los conductores veían el triángulo, en lugar de frenar aceleraban para pasar antes que el que venía por su izquierda, generando un efecto Indianápolis que hubiera acojonado al mismísimo Clint Eastwood. No debemos temer el día que Alonso decida retirarse a beber sidra en su pueblo natal porque tenemos pilotos en este país como para que Ferrari tenga que ampliar la escudería.

Finalmente llegó la grúa y el hombre que la conducía dentro; muy amable, aunque no se parecía en nada a Batman. Me salvó de aquel infierno, pero como no era mi tipo la cosa acabó sólo en amistad. Por la noche, ya en casa, tuve la extraña sensación de que nada había ocurrido. Era como si lo hubiera soñado. La vida es sueño y los sueños sueños son, como dijo el ya desaparecido Vicente Calderón. Hasta que el mecánico, ayer lunes, me dijo que iban a ser 420 euros y la voluntad.

Parece ser que dentro del coche hay un alternador (nada que ver con el ex de Concha Velasco) que no carga la batería. Y parece ser también que es importante que la batería esté cargada. Pero afortunadamente para mí, existen en el mercado cacharros de estos (alternadores) de segunda mano que son más baratos y no tendré que vender el coche para comprarme el puto alternador. Lo jodido del caso es que dudo mucho que mi buga valga actualmente 420 euros. Hay algún mecánico entre los asistentes?

2 comentarios:

  1. Es tu estilo. Siempre es dificil escribir sencillo, una paradoja que no todo el mundo comprende. Trasladar lo cotidiano a la orilla del thriller, del suspense, es un reto que solo se logra si la caja de .herramientas contiene una que se llama imaginacion. Para tratar la forma mas que el contenido. Enhorabuena. La caja esta bien provista.

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