martes, 16 de junio de 2015

Racistas

Nueva York, 8:00 a.m. 

- Lo siento, pero no resisto estar ni un minuto más en este maldito lugar. Está lleno de negros, joder. Este olor es insoportable… Está dañando mi cerebro. Y no pienso ingerir su maldita y asquerosa comida. Sabes perfectamente que odio las hamburguesas con queso y cebolla... 

- Cálmate. Recuerda que estamos aquí para obtener el máximo de información sobre estos negros y sabíamos desde un principio que nuestra misión iba a ser muy desagradable. Tranquilízate un poco. Relájate. Justo acabamos de empezar con esto y no pienso soportar tus quejas durante el resto del día. Disimula tu asco, come un poco de patatas fritas con mostaza y sigue observando con atención... 

- No puedo relajarme. Todo esto es sumamente asqueroso... 

Pekín, 2:00 p.m. 

- Estoy harta de las estúpidas expresiones de estos amarillos. No me pagan lo suficiente como para que tenga que compartir mi espacio vital con seres tan repugnantes... Y no me mires así, no pienso comerme este insípido arroz con pollo... 

- No te lo pienso volver a repetir, idiota. Nos pagan, y muy bien, para recoger información detallada de sus hábitos y costumbres. Mientras abres y cierras tu enorme bocaza no te concentras lo suficiente para realizar tu trabajo con la profesionalidad requerida. Pásame la salsa agridulce y cállate de una puta vez... 

- Deja de darme sermones cada vez que abres la boca. Odias estar entre estos amarillos tanto como yo. No trates de parecer mejor, porque no lo eres. Aun debajo de ese disfraz de latex, puedo ver en tus ojos la misma expresión de asco que transmiten mis palabras... 

Madrid, 9:00 p.m. 

- Por si no hubiera sido bastante repugnante pasarnos todo el día entre negros y amarillos, ahora debemos estar entre estos patéticos y primitivos blancos. Huelen mucho peor que los otros. Y además, esta mierda de cocido está frío... 

- ¡Basta! Estamos a punto de terminar nuestro trabajo. Sólo nos queda obtener unos pocos datos más y nos largamos. Si en lugar de quejarte todo el día, hubieras estado almacenando información, habríamos terminado hace más de dos horas... 

- Mira listilla, trabajo lento porque las arcadas que me producen negros, amarillos y blancos no me permiten hacerlo más deprisa. Y además, este traje es muy incómodo. Estoy harta de este tipo de inmundas misiones en las que me veo rodeada de seres tan repugnantes y desagradables... 

- Y yo estoy harta de escucharte tus patéticos quejidos... 

- Pues vas a seguir escuchándome hasta que me canse. Deberían enviar a nuestros estudiantes a este tipo de estúpidas misiones. Sobretodo a los capullos de medicina. Su estómago se haría fuerte y resistente después de un par de días entre esta repugnante especie... 

- Sabes perfectamente que, aunque aparentemente parecen débiles y frágiles, son una de las razas más crueles y sanguinarias de todo este cuadrante de la galaxia. Llevan más de diez mil años exterminándose entre ellos, e incluso hay comunidades que se comen los unos a los otros. Los del Consejo General no pueden enviar a nuestros jóvenes aquí, es demasiado peligroso. Por ese motivo nos envían a nosotras...

- Ves, tanto sermón y finalmente he terminado mi informe antes que tú. Larguémonos. No quiero estar ni un minuto más entre estos blancos. Siento náuseas, así que termina pronto. 

- Tranquila. Yo también he terminado. 

Cuenca, 11:45 p.m. 

- Venga Prudencio, al cuartelillo. Has bebido demasiado vino esta noche... 

- Se lo juro por mis muertos sargento Gómez. Aquí había un seiscientos nuevo de color púrpura con matrícula de Barcelona. Han llegado dos rubias muy jamonas que primero se han quitado toda la ropa, para mi sorpresa y admiración, y luego todo el pellejo… Sólo para mi sorpresa. Era un espectáculo repugnante. Visualicé respectivamente dos enormes y asquerosas orugas de color verde, con largas antenas y totalmente recubiertas de pelo. Hacían unos ruidos espeluznantes. Subieron al seiscientos que de un fogonazo se convirtió en un enorme platillo volante, también de color púrpura pero sin matrícula de Barcelona. Otro fogonazo y el platillo salió a toda ostia hacia esa estrella grande de ahí... 

- Que sí Prudencio, que sí. Venga sube al coche... 

Publicado en Nitecuento nº 14, agosto de 2001 ESPECIAL CIENCIA-FICCIÓN y en Colección Breve Nitecuento: Inquietantes historias del futuro, octubre de 2002

No hay comentarios:

Publicar un comentario