miércoles, 3 de junio de 2015

Bang

La otra noche soñé que el fin del mundo había llegado con mucha agua. Mogollón de agua. Rollo diluvio universal pero sin arca. Indiana Jones estaba triste. Kevin Costner también porque no salía. En medio de todo aquel drama humano, un puto bastardo me apuntaba con una pistola en la cara. Le llamo puto bastardo porque amenazaba con matarme pero se tomaba su tiempo. Además de hijo puta, era torturador psicológico. Creo que hasta era guapo. 

En mi desesperación, y gracias a mi cultura cinéfila para estos casos, le dije que debía creerse muy valiente yendo él armado y yo indefenso como una babosa. Entonces el cabrón sonríe maliciosamente y me da la pistola con una cara de "toma piltrafilla, a ver qué sabe hacer un subnormal como tú". Agarro la pistola con fuerza. Me sigue mirando como si yo fuera un jodido idiota. No me gusta cómo me mira. Le disparo en la cara y veo volar sus sesos contra la pared. Es todo tan plástico que hasta siento felicidad, aunque podría ser hambre. 

Vale. Se que solo ha sido un sueño. Pero qué bien sienta matar hijos de puta. Es una experiencia que todo el mundo debería probar. En sueños, ¿eh?

No hay comentarios:

Publicar un comentario