martes, 23 de junio de 2015

Apocalipsis, capítulo II

Eva y Ángel tienen un marrón. Tener un marrón cuando vistes de blanco impoluto siempre es un inconveniente. Han quedado con un colega de profesión al cual deben recordarle que hay ciertas normas que debe cumplir. Un colega de profesión que cree que las normas es algo que hay en algún lugar indeterminado de sus zapatos… 

El Koke y la Perla están fumando un peta en el sofá de su casa. Han puesto una película porno para afianzar su amor pero siguen viendo el fútbol porque no han encontrado el mando a distancia. Al Koke no le gusta el fútbol y aprovecha la confusión para meterle mano a la Perla. Ella bebe el último sorbo de cerveza y tira la botella por encima de su cabeza porque ha oido que eso da suerte... 

Gabriel y su Notario están en el rincón de un Karaoke. Gabriel no es feliz. Por muchos motivos. Uno de esos motivos son los chicos que perpetran una canción. Es espantoso. El tema. Pop de los 90. La interpretación es todavía peor. El otro motivo de infelicidad es su trabajo. Está perdiendo autonomía… 

- Voy a matar a esos hijos de puta – dice Gabriel con voz grave. 

- No creo que eso esté bien, Señor – responde su Notario. 
- Verás. Hay cerdos, que cuando son abiertos en canal producen sonidos más melodiosos. Pásame esa botella de vidrio, por favor… 
- Señor… No es una buena idea. Y lo que es peor, va contra las reglas. 
- Sí. Las reglas. Las jodidas normas… ¡A la mierda las reglas! 
- Tranquilícese, Señor. Le voy a pedir otra copa… 
- Está bien, está bien. No me pases la jodida botella. Tranquilo. Estoy tranquilo. Lo haremos de otro modo… más sutil – sonríe Gabriel. 

El Koke acaba tocando el peta y fumándose las tetas de la Perla. En el fondo no son mala gente. Para compensar su evidente incivismo y su demencial comportamiento social, roban bancos. El Koke se levanta tambaleándose y se dirige al baño a echar una meada. Al abrir la puerta, la luz cegadora y el sonido atronador lo dejan paralizado. Cierra la puerta inmediatamente. 

- ¿Dónde coño has pillao la mierda que nos hemos fumao, tía? 

- Pues ande va ser, colega… me la pasao el Minga… Como siempre. 
- Me voy a cagar en los putos muertos del Minga… Este costo está edulcorao, tía. Ven que lo vas a flipar la gente que he visto aquí dentro… 

Los nuevos Bonnie & Clyde de Alcobendas abren de nuevo la puerta.

- Jooooder. Es la maldita puerta al Infierno, tío. Esto nos pasa por ver La Sirenita siempre que follamos… Enfermo, que eres un enfermo… 

- No digas tonterías, nena. ¿No has leído el Código Davinci? Walt Disney era un tumulario, Perla. 
- Tú eres tonto, tío. 
- Ahora no es el momento de hablar de mí. Coje las pipas. Nos metemos dentro, nena… 

Ángel y Eva entran en el Karaoke. Unos chicos están mancillando todas las notas de la escala musical. Por lo mal que entonan las negras podrían ser racistas. En el rincón más apartado, pueden ver a Gabriel y a su Notario. Gabriel sonríe peligrosamente. Él es su marrón… 

El Koke y la Perla salen del lavabo gritando, porque lo han visto en Pulp Fiction y les mola. Van armados, porque atracar bancos con impresoras láser no es tan funcional. Dentro de unos días, su abogado dirá que estaban bajo los efectos de las drogas. O que el ruido no les dejaba dormir. O que se meaban. Los abogados son gente extraña. Lo cierto es que dos de los tres que andaban torturando al silencio mueren a balazos, entre los aplausos de la gente. 

Ángel y Eva aprietan los dientes por el contratiempo. El marrón deberá esperar. El deber es lo primero. Deben recoger las almas de los chicos que, perplejos ante su nueva naturaleza intangible, han dejado de cantar. 

Y desde el rincón del Karaoke, Gabriel lanza la botella de vidrio que impacta en la cabeza de la chica que ha estado jodiéndole toda la noche. Se lo merece, piensa. Ser encargada del Día es equiparable en maldad a ser banquero o periodista de la COPE. 

Y una carcajada gigantesca se expande por todo Alcobendas. Y en ese mismo momento, el Liverpool mete el cuarto… El sentido del humor de Dios es bastante extraño...

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