viernes, 22 de mayo de 2015

El regreso

Abro los ojos sin Amenábar. Salma Hayek me da un vasito de vodka, mostrándome el 85 por ciento de sus maravillosas tetas. Miro a mi alrededor buscando la cámara oculta. Estoy en un jodido avión. Sentado junto a la ventanilla observo cómo sobrevolamos las nubes. Una docena de ángeles están meando sobre mi ciudad. Maldita sequía. ¿Quién dijo que los ángeles no tienen sexo? Sino fuera por sus túnicas blancas pensaría que se trata de bomberos, joder. 

Pienso, luego existo. Mentira. He muerto. La voz dulce de Salma me pregunta si me apetece algo más. Al girar mi cabeza para responderle veo, iniciando una hiperventilación, que está completamente desnuda. El aire llega con dificultad a mis pulmones y ella me ofrece gentilmente Ventolín inhalador. Mientras trato de buscar oxígeno dentro del puto medicamento, ella aparta de un manotazo toda la fila que tengo delante, se arrodilla delante de mí, abre mi cremallera, saca mi polla y me la chupa. Mis ojos se quedan en blanco sobre blanco. Malevich me saluda desde fuera con la mano. Junto a él hay una figura familiar. Mi abuelo Román, que nunca en su puta vida pisó un museo. Cruzamos la mirada y sus ojos de fuego me acojonan. 

Siento una succión cálida y húmeda que recorre toda mi polla. Salma sigue con la función. Qué gran actriz. Acto seguido, el mordisco es dolorosamente espeluznante. Trato de separar la cabeza de Salma de mi extremidad más querida cuando observo, con un horror que sólo puede empatizar Zapatero, que quién está arrodillado ante mí es Acebes. 

Trato de gritar pero de mi garganta sólo salen pétalos de rosa de color rosa que, al acariciar mi campanilla, me producen náuseas. Odio el rosa. Vomito sobre mi felópata asesino algo parecido a berberechos. Acebes se levanta furioso, consigue sacudirse un par de moluscos del pelo y se saca una gigantesca polla de su pantalón. La banca gana. Empieza a mear en mi cara. Trato de cubrirme pero estoy atado al asiento con dos longanizas. Me ahogo. Mierda. No puedo respirar…  
-Ya está… ya vuelve. Traedme más agua. Qué susto nos has dado, hijo de puta. Si vuelves a mezclar tanta mierda en una sola noche te arrancaré los huevos. Venga, decidle a Marga que deje de llorar, que su puto novio ha regresado del viaje.

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