sábado, 2 de mayo de 2015

Insomnio

Paseo por las calles de Barcelona. ¿Suena bien, eh? Pues no. Son las jodidas 3 de la madrugada. Las Ramblas están repletas de metros cuadrados pero no seré yo quién los cuente. Paseando por ellas, hay tal cantidad de idiotas que dudo de la existencia de un Dios que regule absolutamente nada. Aunque sé perfectamente que existe. Pero esas jodidas partidas de póquer con Alberto lo distraen demasiado. No se centra en su trabajo. Burócratas. Barcelona. La noche. Las Ramblas. Mi puto insomnio... ¿Quién da más? 

Sufro insomnio desde hace siglos. He intentado de todo pero nada funciona. He escuchado a Simon & Garfunkel, he visto El Paciente Inglés en versión original, he leído a Saramago a la luz de una vela antimosquitos... Incluso he mezclado Anís del Mono con Valium, pero lo único que consigo es varias semanas de migraña, algo que nada tiene que ver con las aves. Así que, para bien o para mal, he tenido que adecuar mi vida a mi disfunción. Y creo sinceramente que de paso le hago un bien a esta sociedad de mierda. 

Un grupo de jóvenes borrachos hace que el desembarco de Normandía parezca un picnic. Hijos de puta... Con el dolor de cabeza que tengo. Uno se acerca y me habla en algo parecido al griego pero con los ojos muy rojos. Mi primer impulso es mandarlo a tomar por culo pero si es griego igual hasta le gusta. Opto por ignorarlo educadamente porque todos tenemos una mala noche. El chaval insiste y me agarra el brazo en un acto suicida que me pone la piel de gallina. Le sonrío, me mira, me suelta y se mea encima... 

Una puta contemporánea de Gengis Khan me ofrece una mamada por 10 euros; 5 sin la dentadura postiza. Le miento y le digo que ya he salido chupado de casa, algo muy divertido que he leído en un libro que trata sobre la vida de un cruasán. Aunque la verdad es que yo soy más de ensaimadas, como El Cordobés. La puta insiste un poco para lo vieja que es pero como solo tiene una pierna cae al suelo cuando el bastón se le queda pegado en un chicle. Cerdos. Me insulta en rumano que es algo que siempre me llena de nostalgia... 

Bajando por Las Ramblas a mano derecha, dónde la esperanza es tan solo algo que gobierna en la Comunidad de Madrid, un grupo de seis yonquis miran fijamente a la Muerte. Tal vez hoy no sea su día pero la Muerte puede esperar eternamente. Es jodido. Esta noche está especialmente guapa. La Muerte, digo. Porque imagino que ya nadie es tan idiota como para creer que la Muerte es una jodida calavera vestida de luto, ¿no? La Muerte esta noche está para matarla a polvos... Pero yo prefiero el sexo seguro. 

Una putita negra me ofrece una mamada a un precio razonable. Es tan joven y hermosa que podría ser una diosa. Sin embargo, y aunque su sonrisa rivaliza con un tajo de sandia, tiene los ojos más tristes de todo el planeta. Está claro que no es feliz. Le digo que sí y me lleva a la habitación más pequeña y deprimente de todo el Raval. Al verla desnuda me pido un completo. Me la follo durante dos horas y se queda dormida como un ángel de Machín. Yo contemplo insomne como la luna llena vigila a los seres de la noche... 

La puerta se abre de repente con una violencia desagradable. Un tipo con las medidas de un armario Ikea, grande y montado, despierta a mi diosa, que tiembla como un jodido flan. O como dos. Y es entonces cuando sale el voluntario social que llevo dentro. No os quiero engañar. También tengo hambre. Salto a la yugular del armario sueco mientras mi diosa se desmaya de la impresión. Demasiada sangre. Ceno. Cojo a mi nueva compañera de sexo, luego ya se lo comunicaré oficialmente, y volvemos volando a casa...

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